Iván Petróvich Pávlov fue un fisiólogo ruso.
Fue hijo de un patriarca ortodoxo. Comenzó a estudiar teología, pero la dejó para empezar medicina y química en la Universidad de San Petersburgo, siendo su principal maestro Bekhterev. Tras terminar el doctorado en 1883, amplió sus estudios en Alemania, donde se especializó en fisiología intestinal y en el funcionamiento del sistema circulatorio, bajo la dirección de Ludwid y Haidenhein.
En 1890 obtuvo la plaza de profesor de fisiología en la Academia Médica Imperial y fue nombrado director del Departamento de Fisiología del Instituto de Medicina Experimental de San Petersburgo. En la siguiente década centró su trabajo en la investigación del aparato digestivo y el estudio de los jugos gástricos, trabajos por los que obtuvo el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1904.
Pávlov es conocido sobre todo por formular la ley del reflejo condicionado, que desarrolló entre 1890 y 1900 después de que su ayudante E.B. Twimyer observara que la salivación de los perros que utilizaban en sus experimentos se producía ante la presencia de comida o de los propios experimentadores, y luego determinó que podía ser resultado de una actividad psíquica. Realizó el conocido experimento consistente en hacer sonar una campana justo antes de dar alimento a un perro, llegando a la conclusión de que, cuando el perro tenía hambre, comenzaba a salivar nada más oír el sonido de la campana.
La guerra civil rusa y la llegada del comunismo no influyeron en sus investigaciones. A pesar de no sentir simpatía por el nuevo régimen, no sufrió represalias por parte de los comunistas. Después de la Revolución de Octubre fue nombrado director de los laboratorios de fisiología en el Instituto de Medicina Experimental de la Academia de Ciencias de la URSS. En cierta ocasión llegó a declarar: «Por este experimento social que estáis realizando, yo no sacrificaría los cuartos traseros de una rana.» Pues a pesar de su genio científico no llegó nunca a comprender el porqué de la revolución de Octubre. Los detractores del régimen comunista afirman que éste no dudó en aplicar la teoría del reflejo condicionado de Pávlov al condicionamiento de personas, entre presos, a pesar de no estar confirmado.
En la década de 1930 volvió a destacarse al anunciar el principio según el cual la función del lenguaje humano es resultado de una cadena de reflejos condicionados que contendrían palabras.
La fundación del conductismo como tal ha sido criticada por otros filósofos y psicólogos al ser una escuela de la psicología que no toma en cuenta cómo se siente el individuo estudiado, o qué piensa; sólo se preocupa de qué hace, cuáles son sus reacciones, y cómo se puede condicionar.
Estímulo y salivación
La magnitud de las respuestas a los diferentes estímulos puede medirse por el volumen total o el número de gotas segregadas en una determinada unidad de tiempo. Desde la habitación contigua, y a través de un cristal, el experimentador puede observar la conducta del perro, aplicando los estímulos y valorando las respuestas. Antes de empezar el experimento, Pávlov midió las reacciones de salivación a la comida en el hocico, que fue considerable, mientras que salivó muy poco sometido al estímulo del sonido. A continuación, inició las pruebas de condicionamiento. Toca la campana (estímulo neutral), e inmediatamente después presentó comida al animal (estímulo incondicionado), con un intervalo muy breve. Repitió este par de estímulos muchas veces durante varias semanas, siempre cuando el perro estaba hambriento. Después, transcurridos varios días, tocó solamente la campana y la respuesta salival apareció al oírse el sonido, a pesar de que no se presentó la comida. La respuesta había quedado condicionada a un estímulo que no había podido producirla previamente.
La salivación del perro ante la comida es una respuesta incondicionada; la salivación tras oír la campana es una respuesta condicionada. El estímulo neutro que supone inicialmente la campana se convierte finalmente en un estímulo condicionado. Este estímulo condicionado (sonido), es como una señal que avisa que el estímulo incondicionado (comida), está a punto de aparecer. Finalmente, existe el refuerzo, que es el fortalecimiento de la asociación entre un estímulo incondicionado con el condicionado. El reforzamiento es un acontecimiento que incrementa la probabilidad de que ocurra determinada respuesta.